El paso de lo infinito a lo finito sucede entre el modo infinito inmediato y el modo infinito mediato. Su primera expresión, es decir, su máximo, que surge directamente del modo infinito inmediato, es el modo infinito mediato universal o aspecto del universo todo, en el cual constan todas las cosas que dependen directamente de la Naturaleza Naturante, a saber: movimiento y reposo infinito que implica temperaturas infinitas, velocidades infinitas y cuerpos simples, con respecto al atributo “extensión” y entendimiento infinito que lo entiende todo clara y distintamente en todos los tiempos y del que emana la infinita o perfectísima satisfacción inmutable que le impide dejar de hacer aquello que hace, o dicha de la composición al infinito, con respecto al atributo pensamiento. Este máximo que no puede dejar de hacer aquello que hace, comienza a componer sus propios mínimos, los universos particulares, siempre de un máximo a un mínimo, hasta llegar a los modos finitos o individuos, aquellos de los que sólo pueden surgir ellos mismos y, como su nombre lo indica, son indivisibles.
Si suponemos, como muchos suponen, que sólo existen las leyes físicas del movimiento y del reposo, es decir, que todo es pura extensión o materialidad y acusan a Spinoza de materialista, ¿cómo se explica la perseverancia o conservación del aspecto del universo todo?, y yendo aún más lejos, ¿cómo se explica la formación, perseverancia y conservación de los universos particulares que provienen del universo todo?
¿Por qué persevera el universo todo en su aspecto y en la composición al infinito de partes simples, y por qué se aventura en la composición de cuerpos compuestos que originan universos particulares que perseveran y se conservan?
La respuesta a estos interrogantes sólo puede estar en el paralelismo absoluto que plantea Spinoza. Nunca hay extensión sin entendimiento y nunca hay entendimiento sin extensión.
Todo aquello que es extenso o material, sea lo que fuere, implica un entendimiento de sí, aquello por lo cual es, persevera en su ser y se conserva. Todo aquello que implica un entendimiento de sí, implica una extensión, que es aquello sobre lo que el entendimiento entiende.
En el modo infinito mediato universal o aspecto del universo todo, lo extenso es una composición al infinito de partes simples, sin descomposición alguna (por su propia simplicidad) y el entendimiento es la infinita satisfacción inmutable que le impide dejar de hacer lo que hace o dicha de la composición al infinito, es decir, que le impide dejar de componerse al infinito. Este es el aspecto máximo del infinito por innumerable[1].
¿Cómo pasa ese universo máximo a componer su propio mínimo?, es decir, ¿cómo se componen a partir del universo todo, los universos particulares o modos finitos?
En la composición al infinito de partes simples propia del universo todo que no puede dejar de hacer aquello que hace, está contemplada la potencialidad de composición de cuerpos compuestos. ¿Por qué está contemplada esa potencialidad?, porque si no lo estuviera el universo todo perseveraría en la composición al infinito de partes simples, es decir, perseveraría en la dicha de ser aquello que es. ¿Por qué da origen a otra cosa?, porque está en su potencia, es decir, porque puede. Esa potencia le ha sido dada, como su propio movimiento y reposo infinito le ha sido dado por la extensión y su propia infinita satisfacción inmutable le ha sido dada por el entendimiento infinito.
¿En dónde están esas potencialidades que le permiten al universo todo dar origen a universos particulares? Están en las esencias de modo, que constan en la esencia infinita del movimiento y reposo del atributo extensión y en la esencia infinita de la infinita o perfectísima satisfacción inmutable del entendimiento infinito o atributo pensamiento.
Si esas esencias no estuvieran allí donde están, nada podría ser y nada podría perseverar en su ser, “No se requiere una causa menor para conservar una cosa que para producirla por primera vez”[2].
Entonces, la formación de los cuerpos compuestos por virtud de la composición al infinito de conjuntos infinitos de cuerpos simples, propia del modo infinito mediato universal, se produce por la sola virtud de las esencias de modo que, como una trama sutil, aportan, soportan y transportan todas las potencialidades de ser y perseverar.
Las cosas y los seres no existen por virtud de sus esencias, es decir, las esencias no son causa de existencia. Los seres y las cosas existen por causas externas ellas mismas existentes. ¿Para qué están esas esencias que no son causa de existencia y qué son esas causas externas de la existencia?
Las esencias son causa del ser de las cosas, pero no son causa de su existencia. Sabemos que las esencias no son entidades abstractas o entes de razón o meras posibilidades, las esencias son siempre esencias de algo existente en acto. Ahora bien, ¿qué son estas esencias de algo existente en acto que no son causa de la existencia?
Cuando dos cuerpos simples se componen en un cuerpo compuesto, eso acontece, si y sólo si, efectúan una esencia de algo. Efectuar una esencia de algo, es adquirir un determinado grado de potencia y, viseversa, adquirir un determinado grado de potencia es efectuar la esencia de algo. Aquello que al intentar componerse por virtud del movimiento y del reposo no adquiere algún grado de potencia, no llega a componerse y persevera en la eternidad de su propia simplicidad. Por lo tanto, sólo se componen aquellos cuerpos simples que al “chocar” adquieren un determinado grado de potencia, o sea, una esencia de modo.
No hay posibilidades de que nada exista si no expresa algún grado de potencia de una esencia. Las esencias configuran una trama de todo aquello que existe en acto. ¿Qué sucede entonces con todo aquello que no existe en acto, carece de esencia? La esencia de todo aquello que no existe en acto, es decir, la esencia que ha dejado de acompañar a algún modo finito que interrumpió su duración, regresa a sí misma en la eternidad del atributo al que pertenece y en el que persevera eternamente o es efectuada por otro conjunto de cuerpos externos, ellos mismos existentes. La esencia de todo aquello que nunca existió en acto, persevera en la eternidad del atributo al que pertenece, hasta que las causas externas, ellas mismas existentes, la hagan existir. La esencia de los seres humanos perseveró inexpresiva en los atributos a los que pertenece, durante casi toda la edad o duración de nuestro mundo, para expresarse y salir (existir) recién cuando las causas externas, ellas mismas existentes, se lo permitieron, hace apenas unos miles de años. Cabría preguntarse, cuántas esencias están aguardando las causas externas que las hagan existir.
Me dirán ustedes, ¿qué esencias efectúan los cuerpos simples que por definición carecen de esencia alguna?, los cuerpos simples efectúan el movimiento y el reposo, como esencia del atributo extensión al que pertenecen.
Si bien las esencias no son causa de la existencia que depende de causas externas ellas mismas existentes, ninguna causa externa puede ella misma existir si no expresa algún grado de potencia de la esencia que efectúa. Esas causas externas, ellas mismas existentes, que son causa de existencia, no son otra cosa que grados de potencia de una esencia efectuada en acto, o sea, no son otra cosa que afecciones de una esencia, expresadas en un modo existente. Dada una esencia, esta no es otra cosa que un gradiente de potencialidades que van de un máximo a un mínimo, esta esencia se efectúa en acto (pasa a la existencia) sólo cuando padece una afección, es decir, cuando es alcanzada por otra esencia efectuada en acto (ella misma afectada y existente) con la que tiene algo en común. Las esencias efectuadas son causa permanente de la existencia de esencias no efectuadas, que por su sola virtud pasan a la existencia. Siempre se trata de esencias; efectuadas, afectadas, existentes y durables o no efectuadas, inafectadas, inexistentes y eternas. Un ser existente es una esencia que dura por virtud de otra esencia, ella misma efectuada, afectada y existente, que a su vez dura por virtud de otra esencia efectuada, afectada y existente y así hasta el infinito. ¿Qué infinito?, el modo infinito mediato universal, o aspecto del universo todo, en el que los cuerpos simples se componen al infinito por su propia simplicidad en un movimiento y reposo infinito y en un entendimiento infinito o infinita satisfacción inmutable de la composición al infinito.
¿Porqué es necesario atribuir una esencia a la cosa existente?, porque sin esencia nada dura, la esencia aporta la eternidad de la que surge cualquier duración, fuera de la eternidad y de la duración, sólo hay instantaneidad.
Las esencias de modo acompañan a todo aquello que existe mientras dura, cuando aquello deja de durar, es decir, deja de ser perfecto en sí y pasa a componer otras perfecciones, efectuará otras esencias con otros gradientes de potencia, mientras que aquella esencia que le pertenecía regresa a su propia eternidad en el atributo al que pertenece o será efectuada por otro conjunto de partes externas existentes que compongan sus mismas relaciones características.
Cabría pensar que una misma esencia puede ser efectuada por más de una cosa existente en acto, ya que la esencia en sí misma, sólo implica un gradiente de potencialidades, un conjunto innumerable de relaciones características de potencias y las relaciones de potencias no implican existencia alguna, sólo la explican. Las relaciones características de las potencias que componen el gradiente de potencialidades de una esencia, explican y expresan las potencialidades de una existencia, pero no son esa existencia, que es causada por partes externas y existentes que componen las mismas relaciones características de la esencia que efectúan.
La esencia es aquello que explica la existencia, porque implica todas las potencialidades de aquello que existe, pero a cada momento, la esencia es efectuada por partes externas que se componen con sus mismas relaciones características. La esencia es siempre y a cada momento infinitamente mayor que las partes externas existentes que la efectúan, que aquello que el modo finito existente efectúa de ella, es decir, expresa o exprime de ella en acto. Nuestra potencia es siempre infinitamente mayor que aquello que nuestra existencia es y obra.
Por eso es imposible concebir la esencia de un modo finito existente, teniendo en cuenta sólo aquello que él obra, eso apenas es uno de sus infinitos grados de potencia. Nada ni nadie es solamente aquello que obra o hace, si bien, aquello que obra o hace es siempre uno de los infinitos grados de potencia de aquello que es.
Las relaciones explican aquello que existe pero no son aquello que existe. Las relaciones explican pero no implican, expresan pero no son.
La relación entre el frente de aire frío y la nube de vapor de agua, no es en sí misma ni el uno ni la otra, no obstante, no es nada sin ambos y es sólo una potencialidad en cada uno de ellos. La lluvia es la expresión o explicación de esa relación, es otra cosa que existe por causas externas ellas mismas existentes. Dos cuerpos existentes se encuentran por virtud del movimiento y del reposo, dos cuerpos que disfrutan de la satisfacción inmutable de ser lo que son, nube de vapor el uno y frente de aire frío el otro. Son la expresión de sus esencias en determinados grados de potencia, nube y frente frío. Ambos cuerpos se afectan mutuamente, por virtud de aquello que tienen en común, en este caso el movimiento y el reposo expresado como temperatura. El más potente neutraliza al menos potente, el aire frío se compone con el vapor de agua que se enfría y ¡Fiat!, hágase la lluvia. Las esencias ahora perseveran en distintos grados de potencia, el aire ahora es templado y la nube ahora es lluvia. ¿Qué aconteció? La relación efectuó las esencias en la existencia.
Aquello que el modo finito obra tiene que ver con las potencialidades de su esencia y de ellas dependen las afecciones que padezca y las relaciones que establezca. Ellas son a cada momento, infinitamente mayores que aquello que explica y actúa el modo finito existente.
Los universos particulares o modos finitos “emanan” del modo infinito mediato universal, el universo todo da origen a los universos particulares, por virtud de la reunión de conjuntos infinitos de partes simples que dan origen a cuerpos compuestos. Estos cuerpos compuestos son y obran por virtud de un gradiente de potencias que va de un mínimo a un máximo, es decir, que delimita todo aquello que ellos pueden en la existencia. A cada momento, esos cuerpos compuestos existentes disponen de una infinidad de grados de potencia, desde un máximo a un mínimo, pero sólo expresan, explican o actúan, aquellos grados de potencia de la esencia que sus afecciones exprimen y hacen salir, es decir, existir. Los cuerpos compuestos dan origen al universo de las relaciones y de las afecciones, en los que la composición al infinito, propia del modo infinito mediato universal, se interrumpe, transformando su eternidad en duración, su infinitud en finitud. Aquello que era eterno e indeterminado, ahora es durable y determinado por relaciones características, aquello que era infinito por su propia simplicidad, ahora es finito por su propia complejidad. La determinación implica la complejidad, que implica las relaciones, que implican las afecciones, que implican la duración, que implica la finitud. La indeterminación implica simplicidad, que implica composición al infinito, que implica eternidad, que implica infinitud.
La eternidad, como tal y en tanto tal, persevera en la duración, toda manera de la duración proviene de la eternidad, si no fuera así, si la duración proviniera de la duración, habría de extinguirse por su propia causa, lo cual es contradictorio o lo que es lo mismo, produciría un colapso universal hacia la nada misma. La perseverancia es una virtud de la eternidad y por esa sola virtud existe la duración. La duración es la inmanencia de la eternidad.
[1] Tercer infinito de la carta a Meyer, Gille Deleuze, “Spinoza Filosofía Práctica”, página 100.
[2] “Principios de Filosofía de Descartes”, Cap. I, Axioma X.
miércoles, 1 de julio de 2009
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